lunes, 16 de abril de 2012

Los chicos de la escuela 9 ayer y hoy


Esta vez la comitiva fue pequeña pero no por eso menos entusiasta. Hacia la escuela 9 de Longchamps encaramos mi abuela, Fidel y yo para que nos recibiera, entre otras amorosísimas docentes,  la misma bibliotecaria de la escuela 21, que trabaja un turno en cada una. Nos persiguen las coincidencias en este proyecto, como en toda esta historia, todas estas historias, porque la desaparición es técnicamente imposible y entonces nuestros desparecidos aparecen, se hacen presentes, se hacen carne, cuando menos lo esperamos. Como hoy, sin ir más lejos, cuando la otra bibliotecaria sacó una cajita con fotos de la casa donde vivió mi padre y que antes había sido de su familia.
Tomamos café con masitas mirando esas fotos y evocando tiempos pasados que no fueron mejores, tiempos que no añoramos porque sabemos lo que vino después y también porque nada supera este presente de presentes, de cosas que se comparten, de cosas que son libros, historias con forma de libro, historias compartidas de las que no nos cansamos de hablar.

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